(The Wicker Man, 2006, Neil LaBute)
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Ficha en IMDb
SINOPSIS:
El agente de policía Edward Malus recibe una carta desesperada de una antigua novia en la que le pide ayuda para encontrar a su hija desaparecida. Edward viajará hasta una pequeña isla en el Pacífico Norte llamada Summerisle para localizar a la pequeña. Allí se verá inmerso en una tela de araña de ritos primitivos y mortales tradiciones, y cada paso que dé hacia la niña desaparecida le acercará más hacia lo inexplicable y lo sobrenatural.
LA NICCAGEPEDIA DICE:
Lanzarse a defender esta remozada The Wicker Man es meter el hocico en un panal de abejas, por usar una metáfora pertinente. De todas las películas que Nicolas Cage ha protagonizado en lo que va de siglo, quizá sea esta una de las más conocidas y a la vez más atacadas, condiciones que con toda probabilidad se alimentan la una a la otra: a mayor fama, mayor vapuleo y viceversa. Curiosamente, una de las escenas más populares y por ello vilipendiadas, como es la de la tortura con abejas, ni siquiera forma parte del montaje de la película si no que es una de las escenas eliminadas que incluyen como material extra las ediciones para formato doméstico. Sin embargo, bajo esa corteza de ironía internaútica y ese estigma de «placer culpable» (aborrecible etiqueta donde las haya), late la duda de si realmente el filme merece una consideración tan nefasta. A este respecto, cabría examinar la forma en primer lugar. La factura técnica, sin ser espléndida, como mínimo resulta solvente, con una fotografía de estridencia ocre, muy a tono con ese concepto de ruralismo amenazador; el diseño de producción es más que competente y la impecable ambientación musical corre a cargo de Angelo Badalamenti, colaborador habitual de David Lynch. En cuanto al fondo, es evidente que la historia que se nos cuenta no es nueva, pues para eso se trata de la reimaginación de una película anterior que a su vez está inspirada en una novela*. También es razonable señalar que se le podría pedir más a como maneja el guión el material del que dispone, pues la trama avanza en ocasiones de forma errática y la tentativa de atar cabos de la historia que en la anterior versión quedaban más sueltos no siempre se antoja acertada. Sin embargo, quienes la tachan de ridícula y de suponer una ofensa a la original, tal vez han entendido poco, pues es justo en esas aproximaciones al dislate cuando mejor funciona esta película como heredera espiritual de la primera. Parece obviarse, por malicia o ignorancia, que la magnífica versión de 1973, a pesar de ser una cinta de terror (si es que realmente lo es), derrocha colorismo, delirio y tiene hechuras casi de película musical. Sirva como ejemplo que la también vilipendiada secuencia del rescate de la niña es prácticamente calcada a la de la original, si bien cambia el disfraz que se enfunda el protagonista: en la del 73 era Polichinela y en 2006 un oso. Puestos de relieve estos matices, se puede aducir que donde esta nueva versión mete la pata es en su decisión de abandonar el tono socarrón de la original, revistiendo la trama de una solemnidad que juega en su contra y condenando la película a tierra de nadie. El propio Cage ha declarado que tanto él como el director sintonizaban con el tono paródico del material, no así los productores, que incluso impidieron que Nic luciese un frondoso bigote, tal como él planeaba hacer para enfatizar el carácter cómico de su personaje. Y es que a la hora de la verdad, la película tiene más de oportunidad perdida que de otra cosa. Pero aún cuenta con un visionado interesante, especialmente para quién no le haya dado una oportunidad y cuente con la predisposición de verla libre de prejuicios.
*Ritual, de David Pinner, publicada por primera vez en 1967.